sábado, septiembre 17, 2005

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...Es por eso que tengo miedo de jugar, porque tengo miedo de caer, de que ya nadie me ayude a levantarme, de que estés lo suficientemente lejos como para no regresar por mí... De que la caída sea tan fuerte, tan dura, tan miserablemente penetrante, que no me permita vivir más.